España, sin duda, tiene un déficit patriótico, lo que significa que, en comparación con los países de nuestro entorno y del mundo en general, no hay una exaltación de los valores y símbolos del Estado español.

Esta situación viene generada por cuarenta años de dictadura que reivindicaron el patriotismo como elemento clave de nuestro desarrollo, y por la fuerza de los nacionalismos, en algún caso radicales, que confrontan la defensa de su territorio con el resto del Estado español.

Esto último ha sido cultivado, posiblemente de forma ingenua, por la mayoría de los españoles, que entendían las reivindicaciones de los nacionalistas como un elemento de integración en España y no como un elemento desintegrador, cuestión que está pasando de forma clara en casos concretos.

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