Hace algunos años, tuve la ocasión de hablar con el sociólogo Carlos Malo de Molina y se me ocurrió preguntarle qué idea de España tenían los españoles. Respondió que la inmensa mayoría sí tenía su idea de la españolidad, pero que, al mismo tiempo, no le gustaba mucho asociarse con símbolos como la bandera o hablar de España, porque les iban a tildar de fachas. Solo mostraban esa españolidad en ocasiones deportivas, cuando los deportistas españoles alcanzaban una copa o una medalla de renombre. Luego, guardaban todas sus emociones en los cajones.

​Para sorpresa de muchos, la reciente acción de los independentistas radicales ha venido a despertar lo que un catalán que se sentía español calificó de “el monstruo dormido”. Queriendo decir con ello, que se despertaba una reivindicación de España sin complejos.

​Eso se puede constatar por el número de banderas españolas y manifestaciones “sin complejos” que han surgido en los últimos días (hasta en el estadio Wanda del Atleti), y que han impulsado a la gente a salir a la calle en muchas ciudades españolas en una fecha tan simbólica como el 12 de octubre.

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